Estamos al límite. Nuestros conductores no pueden aguantar más. Necesitan urgentemente equipos de protección individual, fundamentalmente mascarillas.
Han transcurrido más de diez días desde que el Gobierno se comprometiera, a través del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, a facilitar más de 4 millones de mascarillas para el sector del transporte de mercancías por carretera. A fecha de hoy, las múltiples gestiones realizadas por la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) ante este organismo han resultado infructuosas. No sabemos absolutamente nada y todo hace predecir que la espera será larga.
Entendemos que las prioridades en el reparto de las pocas o muchas mascarillas que han llegado a nuestro país o se están fabricando por parte de diversas empresas y particulares, deben ir dirigidas hacia la Sanidad, las residencias de mayores y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero a estas alturas de la pandemia, a nadie se le oculta que también son absolutamente imprescindibles para nuestros conductores, quienes se encargan de hacer llegar equipos, medicamentos y vituallas a toda la población.
A pesar de las actuales condiciones de riesgo, los conductores de nuestros vehículos están manteniendo un comportamiento ejemplar. Son, también, los héroes silenciosos que con su actitud, esfuerzo y dedicación, no han parado ni un momento de rodar, a sabiendas de que pueden contagiarse, mucho más si cabe que el resto de la población.
Nuestros conductores deben soportar, además, un riesgo añadido. Nos referimos a la, en muchos casos, obligada carga y descarga de las mercancías, por parte de cargadores y plataformas en las que deben recoger y entregar la mercancía. Sin un mínimo de responsabilidad, de ética y de conciencia, y sin facilitarnos los medios de protección necesarios, estos cargadores y plataformas siguen presionando a nuestra gente para que realicen estas labores que, en ningún caso les corresponden, y mucho menos ahora.
Por enésima y última vez conminamos a los cargadores a que desistan en este empeño y exigimos a la Administración, y más concretamente al Ministerio de Transportes a que redacte de forma urgente una orden ministerial que impida, de una vez y para siempre, estos abusos, que, repetimos, ponen en riesgo la seguridad de los conductores.
No queremos ser alarmistas, pero si el transporte ha sido considerado como “Esencial”, debe serlo también para garantizar su seguridad y continuidad. La salud de todos nuestros conciudadanos está en juego.