Una vez más, como sucedió en el 2008, seha producidouna fuerte convulsión en el sector del transporte, y una vez más debido al fuerte incremento de los precios de los carburantes, tal y como ha sucedido en la mayoría de las ocasiones que el sector se ha visto inmerso en paros y movilizaciones de estas características. Y cuanto más se prolonga, en cuantía y en el tiempo, el encarecimiento del precio del combustible, más larga y más virulenta es la movilización.
Además, en este caso no se trata sólo de un problema del transporte, sino de toda la industria en general, porque la crisis energética no sólo está afectando al petróleo sino también al gas o la electricidad, se trata de una crisis energética global, lo cual complica más si cabe la situación, porque muchas empresas cargadoras dependientes también de la energía no pueden llegar a asumir el incremento del precio del transporte, viéndose obligadas incluso a paralizar su actividad.
Volviendo al 2008, muchos de los organizadores de aquel movimiento ajeno al Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC), son también los que lo están llevando a cabo hoy en día, y la ineludible pregunta que de forma inmediata cabe hacerse es ¿qué han hecho durante todo este tiempo?, porque en catorce años tiempo para organizarse y construir una estructura en defensa de los legítimos derechos e intereses de los transportistas, como ellos mismos postulan, han tenido más que de sobra, pero no, volvemos al discurso demagógico de los grandes y los pequeños,¿acaso los camiones de los que ellos llaman grandes no consumengasóil?, por tantono se trata de dos realidades paralelas, sino que están todos en el mismo barco.
Tampoco se puede disfrazar de un problema estructural lo que durante catorce años no lo ha sido, sino que es coyuntural, y esperemos que así lo siga siendo. Con ello no quiero decir que no haya cosas que mejorar en el sector, que las hay y no son pocas, pero no con la radicalidad y violencia que se está haciendo. La situación es muy dura y difícil para todos, los grandes y los pequeños, y desgraciadamente los que han optado por la vía de superarla sacando los camiones a trabajar, que han sido la gran mayoría y también autónomos, se han visto imposibilitados para ello, y eso es verdaderamente lo indignante.
Durante todo este tiempo se han conseguido logros muy importantes para el sector, gasóleo profesional, devolución del céntimo sanitario, mantenimiento de las ayudas al abandono de actividad, no aplicación de la euroviñeta (yseguimos con esta lucha, que cuando queremos miramos a otros países de la UE), aprobación de la cláusula del carburante (ahora con carácter obligatorio y sin pacto en contrario), plazo máximo de pago a sesenta días (ahora con sanción en caso de incumplimiento), reducción de los plazos de espera en la carga y descarga a una hora o la prohibición de realizar labores de carga y descarga de los conductores. A todo ello tenemos que añadir los servicios quehemos venido prestando los que según ellos somos unos “vividores” de las asociaciones, con gestiones de todo tipo para nuestros socios, expedientes sancionadores, reclamaciones ante las Juntas Arbitrales de Transporte, acuerdos de descuento de carburantes, servicios de consultas (que además durante la pandemia ha sido un auténtico hervidero), ocursos de formación gratuitos, y especialmente dirigidos a los conductores, en los que hay que hacer un trabajo ingente de documentación y justificación hasta el último céntimo, siendo este tipo de servicios más utilizados por aquellos que precisamente no lo tienen implementado en su estructura empresarial, como son las pymes y los autónomos, pero la cuestión es ¿y ellos?, los “salvadores” del sector, ¿dónde estaban entonces?.